24 marzo 2007

La Cancela


Hoy es sábado por la noche y seguramente nos estemos estrujando el cerebro para decidir donde salir a cenar.
Por eso mi post de hoy se lo dedico a este sitio, porque fue donde cené anoche y donde creo que puede ser una buena opción para salir esta noche.
Es un sitio que tiene ya un par de años pero no todo el mundo lo conoce porque está algo alejado del centro (obviamente si estuviera en la Plaza de Santo Domingo todo el mundo sabría que existía).

Cuando atraviesas la puerta, encuentras con un restaurante muy bien puesto, con tonos pálidos y bien arreglado. Las mesas perfectamente puestas.
Tiene su cava de vinos que forma parte de la decoración de la estancia y unos cuadros, que podrían parecer algo extravagantes, pero claro, yo no entiendo de arte, así que supongo que será cuestión de gustos (y cuando te acostumbras a verlos hasta te gustan).

Mientras tomamos una cerveza, servida en un vaso alto y ancho, vamos ojeando la carta… y ya empieza la indecisión. Hay muchos de los entrantes que me apetecería probar, pero claro, yo me pongo a pedir y a pedir y luego ya no puedo con el segundo. Así que decido, que hoy me centraré en entrantes y me saltaré el segundo plato (que los tenían también bastantes sugerentes).

Así que nos decidimos por las croquetas al gusto de la cocinera (una por cabeza, ya que son grandes), la ensalada de arroz salvaje, pulpo a la gallega con patata cocida, morcilla de guerra y crujiente de berenjena con mil. Y para terminar, a quien le quepa un poco, tacos de atún.
Estoy convencida de que he pedido mucho… pero bueno, tenía muchas ganas de ir probando cosas distintas.

Con la carta de vinos la situación fue más curiosa, nada más abrirla vemos 27 tipos de aguas distintas. Desde Japón hasta Sudáfrica, pasando por distintos países del mundo, sin olvidar, por supuesto, las de aquí, las de toda la vida.
Hay una buena selección de vinos jumillanos, y yo me decanto por un Juan Gil cosecha 04 (que una siempre barre para su tierra y se que de momento no puedo fallar).

Las croquetas muy buenas, llevan una pequeña salsa de mostaza que no le hacen perder su sabor original (el de jamón), el arroz salvaje de la ensalada llevaba a recordar a aquella época en la que desayunabas arroz inflado, muy rica. El pulpo son 4 trocitos sobre un cremoso de patata cocida que a mi me gustó mucho y la morcilla de guerra supongo que tendrá ese nombre por el pequeño sabor picante que te deja en la boca (aunque no es una morcilla como la conocemos popularmente, esta es de verduras).
Para cuando llegaron las berenjenas yo tenía ya el espacio justo, así que me las fui comiendo como se comen las chips, picoteando.
Con el atún ya no pude comer más… tenía una pinta estupenda, y quienes lo probaron, lo afirmaron, pero yo… el hueco que quedaba quería aprovecharlo para alguno de los postres.

De postre cayó la fondee de frutas, que son trocitos de frutas variadas con dos salsas de mango y de chocolate caliente (mmmmm…). Un postre perfecto para terminar.

A pesar de tener una mesa multitudinaria al fondo, nos atendieron perfectamente y bastante rápido.
El sitio tranquilo, ideal para cenas de parejas que quieren salir ajenas a miradas indiscretas, incluso para salir a conocer sitios nuevos.
El precio, 30 euros por persona aproximadamente con lo que pedimos. Lo cual me parece bastante aceptable.

La dirección es Avda. Miguel Ángel Blanco s/n (junto al club de la tercera edad). Santiago el Mayor. Teléfono: 868910820

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